Historia

Aproximación histórica a los Hermanos Musulmanes.

Los Hermanos Musulmanes (HHMM) nacieron en 1928 de manos del maestro de escuela Hasan al-Banna, nacido 22 años antes en un pequeño pueblo egipcio, y que estaba convencido de que el islam necesitaba ser enseñado más allá de las mezquitas para que pudiera extenderse entre la sociedad egipcia que, según el joven predicador, estaba cada vez más expuesta a las corruptas ideas de occidente.

Entre 1928 y 1938 la asociación, que fue fundada en la ciudad de Ismailiya, junto al canal de Suez, experimentó un increíble desarrollo de manos de su fundador, que estableció los principios ideológicos y organizativos del grupo.

A partir de 1938 y hasta 1948, la etapa de formación y consolidación dejó camino a una fase de activismo político bajo el reinado de Faruk I (1936-1952). Así, en 1942 los HHMM decidieron concurrir, por vez primera, a unas elecciones parlamentarias. Aunque posteriormente renunciaron a sus intenciones políticas, antes lograron arrebatar al entonces primer ministro Mustafa Nahas, que solicitó a Al-Banna que se retirara de la carrera electoral, la promesa de imponer varias normas de carácter islámico como restricciones a la venta de bebidas alcohólicas.

Las aspiraciones políticas de los Hermanos Musulmanes, su discurso anticolonialista y antibritánico y su cada vez mayor influencia acabaron por torcer sus relaciones con palacio, que acabarían pasando de la dialéctica a la violencia. En noviembre de 1948, la “Organización Especial” de los Hermanos, creada ocho años antes para responder a eventuales amenazas del régimen y los británicos, asesinó al consejero Salim Zaki Hakmandar. A finales de ese mes, el primer ministro Mahmud Fahmi al-Nuqrashi decidió disolver la organización y el 8 de diciembre fue proscrita por un decreto militar y sus bienes confiscados. El día 28 del último mes de 1948 Al-Nuqrashi moría asesinado y el 11 de febrero de 1949 Hasan al-Banna moría tiroteado en unas circunstancias nunca aclaradas pero en las que se adivinaba la mano del régimen y las autoridades colonialistas británicas.

Entre 1949 y 1954, no obstante, la situación mejoraría para los Hermanos que, en 1951, no sólo fueron de nuevo legalizados, sino que designaron al sucesor de Al-Banna, Hasan al-Hudaibi. En esta época, la agrupación jugó también un importante papel como aliada de los Oficiales Libres, que tomaron el poder mediante un golpe de estado el 23 de julio de 1952. Tras la asonada, a la que los HHMM se adhirieron de inmediato, la cofradía aportó la legitimidad y el apoyo popular de los que adolecían los militares.

Sin embargo, pronto estallaron las diferencias, cuando la congregación se dio cuenta de que el nuevo líder Gamal Abdel Naser no estaba dispuesto, no ya sólo a aplicar una agenda islámica, sino a compartir el poder. De este modo, y tras varios tiras y afloja, el 13 de enero de 1954, el régimen que justo un año antes había ilegalizado todos los partidos políticos excepto los Hermanos, catalogados como una asociación de beneficencia, emitió un decreto en el que calificaba a la agrupación de partido político, por lo que, inmediatamente, quedó proscrita.

Entre 1954 y 1967 la represión sería prácticamente la única constante en la relación entre el régimen y los HHMM, que fueron encarcelados, torturados y ejecutados, después de que se les hubiera acusado del intento de magnicidio de Abdel Naser en Alejandría el 27 de octubre de 1954.

Sin embargo, a partir de 1967, coincidiendo con la derrota en la guerra árabo-israelí, en la que Egipto perdió la franja de Gaza y toda la provincia del Sinaí, el discurso del régimen empezó a tomar tintes cada vez más religiosos, lo que  fue acompañado de un progresivo acercamiento hacia los HHMM.

Con la llegada al poder de Anwar al-Sadat en 1970, tras la repentina muerte de Naser, las relaciones entre el régimen y los Hermanos vivirían una nueva luna miel. Al-Sadat, conocido como el “presidente creyente”, ofreció amnistía a los hasta entonces considerados los principales enemigos del régimen y les facilitó su crecimiento y extensión, especialmente en las universidades, aunque sin permitirles que se legalizaran, quizá para mantener siempre un as en la manga al que poder recurrir en caso de ser necesario.

Entre 1970 y 1979 las relaciones continuaron por el buen camino, los Hermanos se expandían con comodidad y en su expansión anulaban la influencia de los movimientos de izquierda y de los naseristas, que se habían convertido en los nuevos enemigos del actual presidente. Pero la visita a Jerusalén de Sadat en 1977 y los acuerdos de paz de Camp David con Israel en 1979 dejaron al rais solo frente a toda la oposición, que salió a la calle para condenar dichos acuerdos. Las relaciones se deterioraron a partir de esos años y en septiembre de 1981 el presidente lanzó una represión contra los opositores de todos los signos, incluidos los HHMM, cuyo tercer murshid al-am, Omar al-Tilmisani, que había sido designado tras la muerte de Hasan al-Hudaibi en 1973, también fue encarcelado. El 6 de octubre de 1981, durante un desfile militar, Sadat fue asesinado por un miembro de la Yamaat al-Islamiya, uno de los grupos islámicos radicales que, paradójicamente, se habían formado y crecido al amparo del presidente creyente.

Entre 1981 y 1992, con el presidente Hosni Mubarak en el poder, los Hermanos vivieron una nueva época de bonanza y de adaptación a los engranajes del poder gracias a la “democratización dosificada” de Mubarak y a su apuesta política fundamentada en la tolerancia y la conciliación. Con Mubarak, los Hermanos, que continuaron en la ilegalidad, se convirtieron no sólo en el botón de muestra de la tolerancia y la conciliación propuestas por el régimen como nueva fuente de legitimidad, sino que también fueron presentados como la rama moderada del islam, frente a los grupos radicales que habían asesinado a Sadat y que continuaban acosando al régimen.

En esta época, los Hermanos, con Tilmisani a la cabeza y la generación que se había formado políticamente en las uniones de estudiantes universitarias durante la era de Sadat, decidieron dar el salto a la arena política. Así, en las elecciones de 1984 entraron en el Parlamento gracias a una alianza con el partido laico Al-Wafd y en 1987, junto a los partidos de corte islámico Al-Amal y Al-Ahrar dentro de la llamada “Alianza Islámica”, se convirtieron ya en la principal fuerza de la oposición bajo la cúpula del Parlamento con 36 escaños. Esta situación, sumada a su ascenso en las elecciones de los colegios profesionales, especialmente en el de abogados, médicos e ingenieros comenzó a molestar al régimen. La decisión de los Hermanos de no participar en los comicios de 1990 junto a las principales fuerzas políticas deslegitimando el proceso electoral, las críticas de los Hermanos a la intervención egipcia en la primera guerra del Golfo en Irak, y la rápida actuación de la congregación islámica tras el terremoto de 1992 frente a la lenta intervención de los servicios del Estado, llevaron al régimen a decir “basta”.

A partir de 1992 y hasta 2004, comenzó una represión sistemática de los Hermanos que fueron inmediatamente identificados como terroristas al igual que los grupos radicales islámicos que atentaban en el país. El hecho de estar proscritos a pesar de haber sido tolerados y de la existencia de la Ley de Emergencia desde la muerte de Sadat, facilitaba a las fuerzas de seguridad detener, encerrar y juzgar a los miembros de la agrupación en cualquier momento y sin ninguna justificación más allá de su pertenencia a un grupo proscrito. En 1995 se abrieron tres procesos militares contra ellos y se lanzó una gran campaña de represión en vísperas de las elecciones parlamentarias de ese año en las que los Hermanos, que habían presentado 170 candidatos, obtuvieron un único escaño, que en las elecciones de 2000, con la situación más relajada llegaron a 17.

A partir de 2003 y hasta 2005, debido a las presiones estadounidenses canalizadas a través de la conocida como “Iniciativa para un Gran Oriente Medio y Norte de África”, mediante la que Washington pretendía convertir a Egipto en la punta de lanza en la región para la introducción de reformas democráticas, el régimen cairota se vio obligado a consentir e incluso favorecer una fugaz etapa de apertura y tolerancia política que finalizó coincidiendo con las elecciones parlamentarias de 2005.

Tras el éxito electoral de los Hermanos Musulmanes en los comicios de noviembre y diciembre de 2005, en los que obtuvieron un quinto de los escaños parlamentarios aprovechándose del clima de tolerancia general, el régimen de Mubarak volvió a decir por segunda vez “basta”. Antes incluso del fin del proceso electoral se embarcó en una nueva campaña de represión, no sólo contra la agrupación religiosa, sino contra todas las fuerzas laicas y opositoras muchas de las cuales habían nacido en esos años.

En esta nueva época aperturista, cuya inercia continúo hasta 2008, había comenzado un nuevo activismo político que empezaba a utilizar las redes sociales de internet para criticar al régimen y a sus aparatos de seguridad, los Hermanos habían retomado el control del Colegio de Abogados, los clubes de los jueces se habían rebelado en todo el país exigiendo independencia y elecciones libres y los estudiantes universitarios exigieron  cada vez con más fuerza mayores libertades políticas.

Desde 2006 y hasta su renuncia el 11 de febrero de 2011, Mubarak orquestó una implacable política de represión contra todos los focos de oposición y a su cabeza los HHMM, a quienes acusó de estar detrás de todos los movimientos de protesta con el objetivo de deslegitimarlos primero y cargar contra ellos después. Varias publicaciones y la principal cabecera de los Hermanos (Afaq Arabiya) fueron cerrados, fueron presentados por orden presidencial ante tribunales militares, las elecciones locales de 2006 fueron postergadas hasta 2008 para posteriormente ser manipuladas, al igual que ocurrió con los comicios al Senado y con las elecciones generales de noviembre-diciembre de 2010, en las que los Hermanos boicotearon la segunda vuelta electoral tras no conseguir ningún escaño en la primera.

Esta frustración de toda la oposición prendió sobre todo en el grupo de jóvenes que desde 2006 había encontrado en internet el único canal en el que compartir sus inquietudes y denunciar los abusos y la falta de libertad. El primer éxito político de estos jóvenes sin filiaciones políticas había tenido lugar el 6 de abril de 2006, en una concentración celebrada en solidaridad con los trabajadores del sector textil de la ciudad industrial de Mahalla al-Kubra. En dicha convocatoria los Hermanos se limitaron a mostrar su simpatía pero no su adherencia. En 2011, espoleados por la caída del presidente tunecino Zine El Abidin Ben Ali tras un mes de revueltas populares, los activistas de internet convocaron una manifestación más coincidiendo con el Día de la Policía, el 25 de enero. Los Hermanos Musulmanes, una vez más, mantuvieron una distancia prudente con los convocantes de esa jornada de protesta que acabó prendiendo en el pueblo egipcio y que terminó con la renuncia de Mubarak apenas 18 días después.


Una respuesta a Historia

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